A la Cornelia hamburguesa
le importó un pepino
dar por buena una sospecha
con tal de señalar un asesino.
Que se muera alguien es fatal,
sobre todo por una bacteria mortal,
pero no es de recibo culpar
al pepino español para exculpar
una gestión negligente y vulgar.
Antes de acusar debe probar,
si el pepino hubiera catado,
habría podido comprobar
que él a nadie ha matado.
Con tan sucia manipulación
sacó al pepino de la circulación,
causó graves daños a la producción
y manchó la imagen de nuestra nación.
La bacteria écoli se ha colado
en el rincón de la hamburguesa,
pero el pepino debe volver a la mesa
y triunfar en el buen mercado.
Ante la evidencia.
reconozca la inocencia,
resarza los daños
y déjese de apaños.
A cambio, debe consumir su ración,
dar científica explicación
y con una justa compensación
costear una campaña de restitución.
Sea de Murcia o Almería,
la cornada de su señoría
huele a bellaquería
revestida de perfumería.
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