miércoles, 13 de mayo de 2009

DOS TORTOLITOS

Ha llovido durante la noche y la mañana está agradable para dar un paseo por el Parque aprovechando los tímidos rayos de sol.
Santiago y Elvira salen de paseo , de la mano, hacia el Parque próximo a la Residencia de Ancianos donde están acogidos.
La casualidad hizo que se encontrasen con un joven estudiante-opositor que lleva un libro en la mano y pretende aprovechar la tranquilidad de los jardines para orearse y despejar la mente de la pesadez del temario de la oposición.
De repente, el joven se ve muy sorprendido al observar que aquellos ancianos calzan zapatillas encontrándose el pavimento todavía húmedo, lo que suscita su interés por saber la razón de que vayan de aquella guisa.
El jóven José les saluda amablemente " Buenos dias abuelos"
Buenos dias hijo, dijo la Sra. y muy cortesmente añadió el anciano "buenos dias jóven".
¿ Por qué van calzados con zapatillas si el suelo está todavía mojado por la lluvia?
Mire, amigo, contestó Santiago,"nosotros estamos acostumbrados a mojarnos y a enfrentarnos a los cambios del tiempo, con nieve, frio o lo que sea.Somos gente de pueblo, hemos trabajado en el campo,en la mina y no nos acobarda nada. Si ahora nos mojamos ya secará.
Pero, no temen coger un catarro?Eso no tiene mayor importancia, somos del Norte, anadió Elvira
Si no es mucho preguntar ¿De qué Zona son?
De la parte de Ponferrada, dijo Santiago.
Pero de Ponferrada mismo? preguntó José.
No hombre, de un pueblo cercano, pero ¿ cuántas preguntas hace Usted? parece que nos conociera, dijo Elvira.
No les conozco pero me llama la atención que ustedes siendo del Bierzo se encuentren en una Residencia tan alejada y además , resulta que yo también soy berciano y me llamo José.
Me gusta conversar con los ancianos, pues siempre se aprende algo bueno de ellos, por su experiencia, son un pozo de sabiduría y suelen dar buenos consejos, dijo José.
¡ Qué razón tiene! dijo Santiago.
Por cierto, no me han dicho su nombre, dijo José.
A mi me llaman Santiago "El jugueiro" y a mi Elvira, dijeron al unísono.
Encantado de conocerles paisanos, bonita tierra El Bierzo, verdad?
Tiene unos paisajes maravillosos, dijo Elvira, pero la vida es dura, hay que trabajar mucho, sobre todo cuando no se ha estudiado y había que vivir del campo y el ganado.
Claro, dijo Santiago, no como ustedes los jóvenes que dejaron el pueblo y se fueron a la Ciudad a estudiar, con lo que se han librado de aquellas faenas, aunque comprendo que estudiar no es facil, hay que valer y tener ganas de mejorar la vida que pasaron los padres.
Y, ¿por qué han venido a parar aquí?
Mira que es preguntón, murmuró Elvira, mientras Santiago se ajustaba la boina en la cabeza para protegerse de los rayos solares.
Santiago se sintió complacido y más confiado ante el joven intruso y se decidió a continuar la conversación.
Mire joven, estamos aquí por circunstancias de la vida. Yo tengo dos hijos, uno está para Bilbao y trabaja allá en una empresa naviera y el otro está por Madrid de médico, pero están muy ocupados y no pueden cuidar de su padre, por eso me mandaron a la Residencia.Espero que algún día, antes de que me llamen pal otro barrio, vengan y me lleven con ellos, pues hace unos años falleció mi esposa y yo no podía arreglarme solo.
¡Qué pena ¿verdad?, llegar a la vejez y verse solo!
Ya ve, la vida es muy dura y a veces desagradecida. Uno trabaja como un burro para sacar a los hijos adelante y que no pasen lo que uno pasó y cuando los necesitas no aparecen, dijo Santiago.
Ya ve, pero tal vez es porque su trabajo les impide cuidar de Vd. y prefieren que les cuiden en la Residencia. O tal vez, es que Vd. no quiere verse encerrado en un piso en la Ciudad, dijo José.
No hombre, a mi me hubiera gustado vivir y descansar para siempre en mi pueblo, pero comprendo que los tiempos han cambiado y que los hijos han tenido que emigar para hacer su vida y no es facil para ellos ocuparse de los padres, pero si pudiera iría con ellos, pues me gustaría jugar con ellos, llevarlos de paseo y contarles mil historias.
Y Vd. Elvira, ¿ cómo lo lleva?
-Lo llevo lo mejor que puedo, pues me quedé soltera y no tengo familiares que cuiden de mi, a pesar de que yo cuidé de mis padres hasta que fallecieron. Asi que me veo obligada a ir a donde la Beneficencia me manda. Yo casi no salí del pueblo y trabajaba en casa. pero no tengo derecho a pensión ni rentas para pagar a alguien que cuide de mi. Menos mal que me agenciaron esta Residencia.
Santiago interviene diciendo"Lo mejor sería como cuando vivían nuestros padres, que los hijos trabajábamos en el pueblo y cuidábamos de los padres y abuelos hasta el final"
-Qué opinan de la juventud actual?
Mire José, no sé qué pensará Vd. dijo Santiago, pero creo que los jóvenes de ahora disfrutan de muchas ventajas, pues han podido estudiar gracias a los sacrificios de los padres, viven con muchas comodidades y no les faltan cinco duros para gastar, pero no están acostumbrados a trabajar duro, a saber lo que cuestan las cosas, a ahorrar y valorar lo que tienen.
-Los hay muy buenos y responsables, añadió Elvira, que han aprovechado las oportunidades que les han dado los padres, a veces con alguna beca, pero hay otros que han creido que el dinero cae del cielo, que si no hay se pide un crédito al Banco, o sino siempre queda la droga, la prostitución y el botellón para poder divertirse y vivir la vida con litronas y el bacalao ese.
-No se dan cuenta que la juventud pasa pronto, interviene Santiago, que aquello de que la juventud divino tesoro no es oro todo lo que reluce y que pueden terminar en fracaso, mendigan-do y sin futuro.Yo estoy satisfecho con los mios, por suerte y porque les enseñé a trabajar y a aprovechar las posibilidades que tuvieron.
-Veo que le preocupa la juventud y su futuro.
-Sí, claro, es preocupante ver a algunos jóvenes con greñas y pendientes, caminar sin rumbo y como zombis. ¿Qué futuro les espera? Nosotros éramos pobres, pero aprendimos a trabajar la tierra, a sudar de sol a sol, a luchar contra los elementos, a ver las cosechas destrozadas por el pedrisco, pero seguíamos adelante, nos levantábamos y a seguir peleando para sobrevivir.
conseguimos mejorar con el tiempo y nuestros ahorros los empleamos en educar a los hijos y que hicieran carrera los que valían para estudiar.
Y Vd. qué nos cuenta? preguntó Elvira.
-Pues que creo que tienen razón en casi todo.Hoy en día, casi todos los que quieren estudiar lo pueden hacer gracias a las becas y que el campo ya no necesita a la juventud, pues la maquinaria ha quitado mucha mano de obra. Pero no crean, aquí donde me ven, yo he trabajado en el campo desde niño, con mi padre, y como Vd. hizo, también mi padre lo hizo conmigo, dándome la oportunidad de estudiar una carrera y aquí me tiene preparando una oposición.
-Entonces Vd conoce los avatares del pueblo, eh......?
-Por cierto, estos jardines están un poco abandonados, verdad?
-Cuando nosotros nos criábamos no dejábamos las hierbas crecer en los huertos y auqllos sí que eran jardines. Daba gusto ver el fruto crecer y recogerlo ecológico, como dicen ahora.
Ahora los jóvenes creen que la leche crece en cartones, que el pollo nace y crece pelado, no distinguen una hierba de una planta ni un peral de un manzano, dijo Santiago.
-Mire ese cacho de jardín. Ayer arranqué con mis propias manos esos montonicos de hierba.Si cada uno que viene por aquí arrancara unas pocas, daría gusto ver la rosaleda y las fuentes, dijo Elvira.
-Tiene Vd razón, y yo, siguiendo su consejo, voy a arrancar mi parte.
- Cómo se nota que Vd. las arrancó de chaval.
-Mire Elvira, yo soy más de pueblo que las amapolas y, además de la admiración por la Naturaleza, no olvido lo que aprendí y mamé en el pueblo.
- Bueno, pero ahora lo que se lleva es la Informática, la Play Steison o como se diga" dijo Santiago. A los jóvenes de ahora no les hables del campo.
-Una vez más creo que tiene razón, pero asi es la vida y no la vamos a cambiar.
Bueno amigos, ha sido un placer conocerles y compartir sobre la vida y la juventud.
Siempre se aprende algo escuchándoles y son la mejor compañía.
-Gracias, José , ha sido muy agradable su compañía. Vuelva por aquí, dijo Elvira.
-Descuiden. Acepto su invitación. Ya nos veremos.
-El jóven se alejó de los ancianos sin perderles de vista , comprobando cómo ambos ancianos regresaban a la Residencia cogidos de la mano, como dos tortolitos.

No hay comentarios: