viernes, 24 de octubre de 2008

EL LAGAR-MUSEO en Noceda del Bierzo

El lagar, en los pueblos, se parece a los elefantes en la selva. Es el más grande artefacto que en ellos podemos admirar, es raro y escaso, pero si desaparece le faltaría una pieza a la historia del pueblo.
En tiempos pasados, hubo varios lagares en los distintos barrios del pueblo de Noceda, pero con el paso del tiempo, la falta de uso y el abandono, han quedado reducidos a UNO, restaurado y hoy museo relacionado con la vendimia y la estripa de la uva, cuya imagen es digna de amirar.No habrá niño ni mayor que no quede impresionado por tal monumento, herencia de nuestros antepasados y reliquia de lo que fue la cosecha del vino.
Al lagar lo relevó la llamada PRENSA, artefacto que suponía un adelanto, más sencillo de manejar y todo de hierro y a base de tornillos y que podía ubicarse en espacio relativamente pequeño.
Entonces teníamos viñas en Revuelo, La Solana, La Poza, el Castrin,la Paredina,
Arlanza, Viñales etc.En la actualidad no queda ninguna en el pueblo y sólo alguna en
Viñales o Arlanza. Toda esta actividad ha sido absorbida por Cooperativas del Bierzo Bajo que nos lo sirven embotellado. ¡Da pena ver los barbechos y en general toda la agricultura y ganadería que abastecía a Noceda!.
Con estos versos que le dedico al lagar, aspiro a contribuir a que la labor que algunos veccinos han realizado para mantener esta reliquia, perdure para nuestros descendientes. Asi pues, ¡ EA!

Lagar, artefacto descomunal,
monstruo entre petreas paredes oculto
pareces un elefante insepulto
con trazas de gigante colosal.
Entre la rueca y las marranas andas,
amarrado a la hembra te deslizas
por el fuso co n alas levadizas
balanceándote cual ave en volandas.
Una viga gorda y kilométrica
cala como un obus el recinto,
desafía al espacio y la métrica
cual magna columna de Corinto.
En la nariz de la enorme viga,
se cobija amarrada la hembra,
sobre la que gira el fuso de auriga
incrustado en un gran pienso de piedra.
Acopladas al fuso, dos palancas,
manejadas por dos hombres, con tino,
permiten salvar un giro repentino
que pudiera hacer saltar las trancas.
Los racimos, previamente pisados
en el carro vestido de encerado,
por la tronera entran atusados
para prensarlos en el empedrado.
Bajo la ingle del hercúleo falo,
la sartén y un flan de hollejos pelados
cubierto con tablones cruzados
y el mastodonte cede ante el palo.
La lagareta, minúscula pila
donde el pobre pisaba la cosecha
con los pies desnudos a capela
hasta dejarla estripada y deshecha.
Lagar o lagareta no importa
si la vendimia es abundante,
la estripa o la lagarada aporta
el vino para seguir adelante.
Chorros de néctar brotan a raudales,
dulce mosto de aromas naturales,
cosechado en las viñas de Viñales
y en odres y burros iba a Urdiales.
Meandros de mosto desmelenados
se deslizan raudos por las canales
en busca de destinos ancestrales
en cubas de roble atesorados.
Néctar de sabores afrodisíacos,
ambrosía de dioses y paganos,
sello de riqueza en los alvaricos,
refugio de penas de los paisanos. ¡ Aupa!

1 comentario:

susurro dijo...

Menos mal que queda memoria histórica para redordarnos que el mundo no ha empezado con nosotros.
Gracias, Victor. Sigue rebobinando. Susurro